Durante la sesión, estirados y con los ojos cerrados, nuestras frecuencias cerebrales bajan, la mente se calma y nuestras corazas se ablandan.
Al deshacerse de las corazas caen los filtros y la mirada interior se transforma, deviene más esencial, más pura y más amorosa… reconocemos nuestra verdadera naturaleza.
Y desde ese estado de quietud y presencia, de paz y confianza, podemos conectar con nuestro maestro interior, nuestra intuición profunda, nuestros recursos personales latentes… y darnos cuenta de aquellos hábitos que hemos ido incorporando a lo largo de la vida para protegernos, y que ya no nos sirven ni nos dejan ver la realidad tal y como es… y desaprender, recuperar espacio y aligerar la percepción, y asimismo, poder desbloquear conflictos o resolver situaciones encalladas en diferentes ámbitos de nuestra vida.
Con el sonido aflora lo que debe aflorar y tenemos la opción de llevarlo a la consciencia para transitarlo y transformarlo.